Churchill estaba decidido a usar armas químicas contra los bolcheviques rusos. En el verano de 1919 planeó y ejecutó un ataque químico sostenido en el norte de Rusia. El director general de la producción de armas químicas, Sir Keith Price, estaba convencido de su uso pudiera hacer caer a los bolcheviques. Sin embargo, el Gabinete de Ministros británico se oponía, lo que irritaba a Churchill, que también propuso bombardear a las tribus rebeldes de la India: "Estoy totalmente a favor de usar gas venenoso contra tribus incivilizadas".
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