El sistema financiero optó desde el principio por ignorar a los manifestantes, pero la rápida expansión del moviento y el gran número de apoyos recibidos a lo largo de todo EEUU ha llevado el miedo a Wall Street. Varios empleados de Wall Street, que inicialmente calificaron las protestas como desorganizadas y poco importantes, están empezando a preocuparse de que el moviento puede acabar derivando en políticas como la subida de impuestos a las clases altas del país.
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