Cuando alguien cercano muere, parte de nosotros se va con él y esto, queramos o no, implica dolor. Durante el duelo posterior, "se pueden producir pensamientos, sentimientos y conductas que por muy extrañas que parezcan son reacciones necesarias adaptativas y normales". "Hay que normalizar la muerte. Es parte de la vida y antes o después sucede. El problema es que no se enseña qué hacer con las pérdidas". En cuanto a los niños, Mateo indicó que se les aparta del dolor con el pretexto de "no frustrarles". "Creo que es justo lo contrario...
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