Ojos desencajados, posturas imposibles, hacinamiento extremo, convulsiones. El término “inhumano” cobra nuevas dimensiones en las instalaciones de la boyante industria animal que está convirtiendo la que era la huerta de Europa en un establo de gigantescas dimensiones. España ya produce el triple de carne de la que consume y sólo en 2018 la producción ganadera creció un 5%.
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