Cuando Pablo Casado despertó del “golpe de Estado”, los escándalos de corrupción del PP seguían ahí. La regeneración seguía pendiente, con Cospedal en la Ejecutiva, como diputada y con el sobresalto de los “trabajos puntuales” de Villarejo. Tanta “España de los balcones” y Casado se había olvidado de ventilar la casa. Quién lo iba a imaginar, si Dolores Cospedal nunca conoció al “López Hierro” de los papeles de Bárcenas, negó la caja B que “no existió en el partido” y había “mucha chicha”, pero “no puede trascender”.
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