El cielo cubierto de nubes altas no impidió que la visibilidad fuera excelente, gracias a la cual se podía apreciar, sin ayudas ópticas, la alargada silueta del litoral de Catalunya, el inconfundible perfil de Montserrat y mucho más lejos, los Pirineos nevados. Observando a través del potente teleobjetivo (400 mm.), la escena se definió con más precisión que a ojo desnudo, pudiendo identificar con gran detalle la característica silueta de Montserrat y otros relieves relativamente cercanos al Mediterráneo, como el Tibidabo,...
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