Aquel 12 de abril de 2014 Isabel L. pensó que ponía un punto y final a más de tres años de malos tratos y sufrimiento. Ese día, tras una brutal paliza, finalmente reunió las fuerzas suficientes para entrar en su casa, cerrar la puerta y llamar al 016. Esta vez sí. No era la primera agresión, pero sí la más grave. Tal como relata ella y se recoge en una sentencia, las intimidaciones, vejaciones, insultos, agresiones y amenazas fueron constantes durante un período de tres años. Incluso estando embarazada de la hija en común.
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