Todas las compañías harán un giro a lo Nintendo. Intentarán convencer al personal de que llegar a casa y tener que jugar meneando el esqueleto es una gran idea, una idea fácil, para uno mismo y para la propia yaya. Acompañados de un buen surtido de juegos de dificultad inexistente, con un sistema de recompensas y castigos ideado por los hermanos de corazón de los pedagogos que han perpetrado nuestro sistema educativo: hagan lo que hagan, el juego les dará dos palmaditas en la espalda, no sea que se frustren. O que disfruten.
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