En un pueblo de Escocia, en el norte del Reino Unido, existen reglas básicas -pero inquebrantables- para vivir allí: los propietarios sólo pueden tener un perro y nada de niños. Estos requisitos para convertirse en residente de Firhall, en la región de Highlands, hizo que algunos medios locales describieran el sitio como el lugar "de los ogros que odian a los niños". Lo que el público general parece no entender es que no se trata de un odio a los niños, sino de cumplir con una serie de reglas que incluyen -o excluyen- otros seres vivientes...
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