El "me aburro" es una tortura para los padres, que se sienten obligados a llenar todos y cada uno de los ratos de ocio del menor como si fuera responsabilidad suya también que el niño esté continuamente entretenido. Pero tampoco los mayores se libran de experimentar cierto hastío en su tiempo libre. Aquello de tumbarse a la bartola y pensar en las musarañas, ha pasado a la historia por el imperativo productivo del ocio. El éxito de las redes sociales tiene que ver con la necesidad de hablar.
|
etiquetas: ocio , aburrimiento , hiperactividad