Insultos, amenazas de muerte y abucheos. Así fue la bienvenida que los reos más peligrosos, entre ellos etarras, yihadistas que perpetraron el atentado de Las Ramblas y bandas organizadas, le brindaron a Bernardo Montoya, el asesino confeso de la profesora zamorana Laura Luelmo, mientras avanzaba esposado y cabizbajo por el pasillo que comunica las diferentes galerías de la zona de aislamiento del centro penitenciario de Sevilla II, en Morón de la Frontera, al que acababa de llegar.
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