Desprendía carisma, arrollaba, el público la adoraba, era la Lola Flores del metal… Pero, de repente, su vida se fundió. 40 años después hay algunos que piden perdón. “Fuimos injustos, la boicoteamos, le hicimos la vida imposible. Y yo contribuí a ello”, recuerda Bernardo Ballester, batería del grupo Santa, al frente del cual Azucena Martín-Dorado consiguió la gloria y la desdicha.
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