El negocio de las ocupaciones no tiene contemplaciones. Emilia Vargas y sus dos hijos, que tienen parálisis cerebral, lo saben muy bien. Los tres perdieron la casa donde residían desde hace 26 años. Una planta baja que les cedió el Institut Balear de l’Habitatge después de varios años de espera. La irrupción de una mafia okupa en la vivienda los dejó en la calle y más de cuatro años después siguen sin poder volver: "Mis hijos necesitan tener una casa digna, esto es imperdonable"
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