Cuando en 1995 Collins descubrió que el cura seguía ejerciendo, decidió acudir al obispo de Dublín. « La reacción fue muy agresiva. Trataron de intimidarme, me amenazaron y cuando hablé públicamente, dijeron que era una mentirosa», relata la que hoy es una mujer de pelo cano. Christine Buckley también pasó allí la infancia y la adolescencia: « Era un infierno de abusos, hambre, explotación y humillación».
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