Hacinados en un camión sin agua, comida ni reposo, cada año 80.000 caballos son importados por Italia para ser consumidos como carne. La mayoría proviene de España, donde un buen número de ganaderos ha encontrado en el gusto de los italianos por los filetes y carpaccios de caballo un lucrativo negocio que vulnera todas las normativas de la Unión Europea referentes al transporte de animales vivos.
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