Arthur Berkowitz ya ha cogido varias veces el vuelo que conecta Anchorage, en Alaska, con Filadelfia, uno de los vuelos nacionales más largos de EE.UU (7 horas). Embarcó prontito el pasado 29 de julio para que le asignaran un lugar bueno, con otro asiento vacío a su lado. Pero lo que durante el trasiego de gente era todo gratitud y loas al cielo por poder estirar los codos, se convirtió en horror cuando la aerolínea envió al último pasajero del embarque, que pesaba más de 180 kg, al único asiento que quedaba libre, el de su lado.
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