El informe detalla por medio de testimonios de testigos presenciales un amplio espectro de abusos cometidos por las fuerzas de seguridad chinas durante los incidentes y también después, como servirse de una fuerza bruta desproporcionada para disolver concentraciones, llevar a cabo arrestos colectivos arbitrarios, apalear salvajemente a detenidos, o torturar a los sospechosos bajo custodia.
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