"Saben que a los conductores de esta santa casa nos repatea bastante el hígado la Dirección General de Tráfico. Pero lo que, a mí, particularmente, me da ganas de vomitar, es la demagogia barata de sus campañas de publicidad. Particularmente, la última, la de este verano: el anuncio de las distracciones. Así que un amasijo de hierros humeantes es “un beso”, un “callaos, niños”, un “ahora mismo llego” (al no especificar, incluyen las llamadas hechas con manos libres Bluetooth con marcación por voz, claro) o un mirar el GPS"
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