La demandante se vio obligada a comprar un vestido porque la tintorería no entregó el suyo en el plazo acordado. En la boda comprobó que otra invitada llevaba el mismo vestido que ella había comprado en unos grandes almacenes y demandó a la tintorería porque el daño moral "resulta evidente en el contexto social y en función de la trascendencia del acto para el que se necesita el traje". La sentencia a favor de la demandante condena a la tintorería a pagar una indemnización de 600 euros por daños morales.
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