Más allá de la complejidad y el precio que tendría un equipo de cine en casa capaz de ofrecernos una experiencia equiparable a la de una buena sala comercial, algo que la tecnología nos permite conseguir, hay otro problema al que nos enfrentamos muchos usuarios y que a menudo provoca que nuestra experiencia se deteriore cuando vemos nuestras películas y series favoritas: el volumen de los diálogos es sensiblemente más bajo que el de los efectos de sonido y la banda sonora.
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