En el Talgo, suplicio: viaje de siete horas y en el minuto cinco un neonato empieza a berrear. La criatura despega los labios y emite un soplido sordo al principio, hasta que los pulmones inexpertos van ganando confianza para llevar el berrido a una frecuencia capaz de romper los vidrios. De inmediato, varias cabezas emergen de los asientos. Gente con expresión confundida busca el origen del ruidaco pensando lo mismo que yo:
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