El asma, la esclerosis múltiple, la diabetes tipo 1, e incluso la depresión y el cáncer, podían atribuirse a un fallo de nuestro sistema inmunitario, al que no damos suficiente trabajo. Sin infecciones frecuentes, el sistema inmunitario reacciona exageradamente hacia sustancias inofensivas, como el polen, o se pone a atacar a los tejidos del propio cuerpo, como en la diabetes tipo 1 o el celiaquismo.
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