Francisco Granados sabía que el 12 de febrero era su gran día. Acorralado por las confesiones y pruebas que ha empezado a aportar su examigo David Marjaliza, Granados se presentaba en la Audiencia Nacional con un gran dilema: cómo tirar de la manta sin que sus palabras le perjudicaran también a él. [...] Pero Granados sacó las pistolas y disparó con intención, eligiendo bien los blancos. Lleva siete años mascullando cierto resquemor. Desde que en la primavera de 2011 su PP de Madrid, su 'lideresa', le dijera que ya no contaba con él.
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