Vi a Hugo Chávez en persona, por primera y única vez en mi vida, el jueves 28 de septiembre de 2000 en Caracas. Yo tenía 24 años y él 46. A mí me quedaban 13 para regresar a Venezuela y a él poco menos para despedirse del mundo, y convertirse en mártir para millones de seguidores y en chivo expiatorio de los males patrios para sus muchos detractores. Relacionada:
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