Los padres de Khalid (en la foto de arriba) no tenían dinero para alimentar a sus once hijos, así que en un intento desesperado por salvarlos vendieron el riñón de uno de ellos. En Afganistán más de un millón de niños están desnutridos y corren riesgo de morir de hambre. En medio del caos y el terror, el comercio ilegal de órganos ha aumentado drásticamente.
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