Corría aquel TGV tanto como este AVE, que puede superar los 300 kilómetros por hora, aunque la velocidad promedio sea algo más baja debido a los varios tramos en los que la vía o los accidentes del terreno no permiten mantener la punta. Ahora la estepa corre que se las pela, me pregunto dónde va, a dónde vamos. Si el tren se apresurara aún más no habría tiempo casi de mirar. De oír sí, porque la gente llega y casi sin acomodarse, tira de móvil y se lía a bocinazos. En aquellos largos viajes de mi infancia, cuando costaba casi todo un día llegar
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