Los camarotes no deben cerrarse con pestillo por dentro. No es lo recomendable. Nuria (nombre ficticio) lo sabía muy bien, pero empezó a hacerlo después de despertarse una noche con “la cara de un tío encima de la mía”. Trabajaban a bordo de un buque del Instituto Español de Oceanografía (IEO), los dos como tripulantes. Por supuesto, él no había sido invitado.
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