El párroco alega que el Arzobispado le dio el visto bueno para adecentar la zona y que no se tocaron sepulturas A Margarita Fernández Rodríguez la avisó por teléfono una prima de su marido el domingo 17 de julio. Casi le da un desmayo al acudir al cementerio de Limanes. La lápida donde está enterrada su madre y otros familiares había desaparecido. «Allí no había nada», recordó.
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