Hace tres años que este jubilado de 78 años comenzó a trabajar con absoluta entrega en una idea que le rondaba en la cabeza desde hace un cuarto de siglo. Entonces, «por no aguantar la campana extractora, comíamos en una sala aparte», recuerda para explicar el porqué de su empeño en el invento. Lo ha ido perfeccionado hasta conseguir el modelo definitivo, que ya comenzó a fabricarse en una empresa de O Porriño certificada para realizar el control de calidad del electrodoméstico.
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