La proclama que ayer lanzó en Tarragona María Dolores de Cospedal recordaba al chiste de Eugenio. ¿Saben aquel de un tipo que cae por un precipicio y se queda agarrado a una rama, pide socorro, pregunta si hay alguien y escucha una voz profunda que dice “¡sí, hijo mío, está dios”? Pues lo mismo.
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