Poco después de que una gran ola de misiles rusos se estrellara contra objetivos en todo el país en octubre, los funcionarios de inteligencia de Ucrania notaron algo extraño entre los escombros. Eran los restos de un misil de crucero subsónico Kh-55 diseñado en la década de 1970, construido en una fábrica de armas ucraniana. El misil, y el bombardero que probablemente lo lanzó, era parte de un alijo de armamento entregado a Rusia por Ucrania en la década de 1990 como parte de un acuerdo internacional destinado a garantizar su soberanía.
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