Está claro que el exceso de competitividad entre los científicos se nos está yendo de las manos. La combinación de recursos escasos y el foco de la evaluación del desempeño en indicadores no sólo provocan la desmoralización y el abandono de la carrera científica, sino que fomenta las malas prácticas. Las soluciones a este problema pasan no solo por promover una cultura crítica que detecte y castigue a los tramposos, sino por incentivar a los investigadores que promueven una aproximación cooperativa y comunitaria al trabajo científico.
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