El botox, toxina que se comercializa como tratamiento rejuvenecedor desde 1991, puede convertirse en uno de los fármacos del siglo. Y es que más allá de su uso con fines estéticos, su eficacia probada como medicamento para luchar contra la migraña crónica puede suponer que su fabricante, la compañía estadounidense Allergan, se embolse 1.000 millones de dólares adicionales en ventas anualmente.
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