De cómo la Junta Electoral Central, un órgano opaco sin control ni fiscalización, se extralimita en sus funciones e intenta amordazar al Gobierno en una dudosa interpretación de la LOREG. Su misión es velar por la transparencia y la objetividad del proceso electoral. Nadie los conoce. Nadie los controla. Y nadie los fiscaliza. Ocho de sus 13 miembros son elegidos por sorteo entre los magistrados del Tribunal Supremo y cinco, por los partidos entre catedráticos de Derecho, Ciencias Políticas y Sociología. Hablamos de la Junta Electoral Central
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