“Mi hijo no tiene trabajo, ni estudios, ni coche, ni hipoteca. Lo que sí tiene es unos cojones tan grandes que a veces se sienta sobre ellos para mirar la tele”. Con estas duras palabras define Ezequiel Garrido a su hijo Luis Miguel, de 26 años, un perfecto representante de esa tribu urbana tan extendida en España que responde al nombre de ninis. El chico en cuestión, conocido por sus amigos como Luismi, o como infecto despojo humano por sus padres, o también como El Matrix por sus maestros, ya que en sus notas solo había ceros y unos.
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