Se colocan en la oreja como unos auriculares cualquiera, con una pieza que se acopla en el interior del oído. No llevan baterías ni electrónica alguna: funcionan como unos tapones para los proteger los tímpanos, pero con un mecanismo de control (que evita tener que estar poniéndoselos y quitándoselos). Son más cómodos y mucho más estéticos y nos permiten controlar el volumen del ruido ambiental gracias a cuatro configuraciones diferentes.
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