Es más que malestar; es un sentimiento de indignación el que se hace notar en aulas y departamentos universitarios donde docentes e investigadores reciben, no con sorpresa, pero sí con fundada preocupación las noticias acerca de los modos y maneras con que se van a evaluar, si nadie lo remedia, los méritos para acceder a plazas de profesorado en los distintos niveles que marcan los hitos de una carrera académica. Sería de culpable miopía no ver más que cuestiones gremiales, de las que son condenadas como querencias endogámicas...
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