Ir embutido en un aparatoso traje, con casco opaco que te proteja de la intensa luz solar, no ayuda a que cuando te hagan una foto se te conozca. Si además quien sujeta la cámara eres tú lo máximo a que puedes aspirar es a una serie de fotos en las que se te ve reflejado en el casco de tu compañero. Por eso tiene especial valor esta imagen que corresponde a un fotograma de una grabación del descenso de Armstrong, en el que gracias al juego de reflejos del momento se puede distinguir la cara del astronauta en el interior del casco.
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