No sé cuanto tiempo pasé inconsciente. Desperté en una pequeña enfermería, echado en una camilla. Enseguida até los cabos: me había desmayado y algunos empleados del Ikea, me habían trasladado hasta allí para que descansara. Me incorporé; y como ya me encontraba bien, abrí con sigilo la puerta de la pequeña habitación y me dispuse a encontrar la salida.
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