La Iglesia es, a fin de cuentas, una empresa. La gente le da dinero y es fiel a la marca a cambio de un producto, lo cual proporciona empleos a millones de personas y beneficios a sus accionistas y ejecutivos. El primer objetivo de una empresa, como el de una ameba o un paramecio, es la supervivencia; luego vienen los beneficios.Pensemos que el actual Papa es el presidente de esta empresa. No era la elección más popular, pero llevaba algún tiempo en la junta directiva, no desentonaba y era fiel al producto.
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