Si el oficio de político se entendiera realmente como “servicio” a la comunidad, no existiría la ostentación característica de nuestros representantes. Existe en España una clase política dentro de la cual no hay absolutamente nadie al que le vaya mal. Dicho en otras palabras, que la clase política está muy lejos de los padecimientos del pueblo llano. Desgraciadamente esto no es una mera anécdota o un simple fallo del funcionamiento del sistema; ante todo, nos encontramos con un problema moral.
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