La realidad supera la ficción. Siempre creí de soslayo en ese aforismo, hasta que me sucedió lo que les voy a contar. Tengo un okupa en mi coche. No se trata de una metáfora a lo Raimundo Amador ni el título de un relato con intención de sorprender en un concurso literario. Nada de eso. Es la cruda realidad. (...) Nos acercamos y miramos a través de los cristales. No había nadie. Abrí sin la llave -a una de las puertas no le funciona el seguro- y un tufo de tabaco mezclado con olor a comida nos echó para atrás. “Mierda, dije, se acaba de ir”.
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