El valor no es cuestión de tamaño. Un gato en Estados Unidos acaba de demostrarlo. El felino, ni corto ni perezoso, es capaz de enfrentarse a un cocodrilo y mantenerlo bien a raya. Y eso solo con dos zarpazos. Su rival, un alligator, apenas se atreve a salir del agua para hacerse con la comida que le han echado los cuidadores. Mientras tanto, el público de esta inusual escena no sabe si reír o aplaudir... Esto sí que es ser una pieza de cuidado.
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