Cumplidos los 27 se puede aspirar a una hipoteca razonable, un coche digno y un ascenso en la oficina. También se puede coger un avión, volar a Tailandia y empezar una carrera como luchador profesional de Muai Thai, una de las artes marciales más peligrosas del mundo, en peleas de apuestas. Manel optó por lo segundo hace nueve meses, se metamorfoseó en «Drac» (dragón en catalán) y ahora se juega la vida por 150€ por pelear en clubes de dudosa reputación en los suburbios de Bangkok. «No lo cambiaría por nada», asegura.
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