Pero a pesar de su intimidatoria apariencia el ciervo volante es un insecto absolutamente inofensivo para el ser humano: no pica, no muerde, no provoca ningún daño. Por el contrario su presencia resulta muy beneficiosa para la salud de los ecosistemas forestales ya que las larvas de esta especie se alimentan básicamente de la madera en descomposición de los árboles muertos (los científicos llaman a este tipo de insectos saproxilófagos) por lo que desempeñan un papel fundamental en la cadena trófica del bosque.
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