El negocio de los submarinos de lujo es a veces difícil de sondear. "Si usted puede encontrar mi submarino, es suyo", dice el multimillonario petrolero ruso Roman Abramovich. Y eso es todo lo que el solitario dueño del Chelsea Football Club tiene que decir. El lecho marino es la última frontera donde gastan su dinero los más ricos del mundo. Viajar para ver lo que hay en el fondo del mar a bordo de un sumergible personal es un vil exceso que sin duda supera cualquier entretenimiento típico de magnate como los Bugattis de colección.
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