'Señor Kingston, me enteré de que no moriré antes del mediodía, lo que me ensombrece pues esperaba estar muerta para entonces y el dolor sería algo del pasado'. "Le respondí que no sentiría mucho dolor, sino muy poco, y entonces me dijo: 'Oí que el verdugo es muy bueno, y yo tengo un cuello fino", dijo poniendo sus manos alrededor del cuello y riendo a carcajadas".
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