Como parte de una iniciativa para abolir la pena de muerte, el grupo de derechos humanos AI ha puesto de relieve las consecuencias de la imposición de la pena de muerte, centrándose en un puñado de presos que se cree eran inocentes después de haber sido ejecutados. Los condenados a muerte tienden a pedir comidas reconfortantes ricas en calorías para su última comida antes de la muerte. Desde 1973, 142 condenados a muerte han sido exonerados de los delitos por los que fueron condenados a muerte, algunos tras pasar décadas en la cércel.
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