La conversación con el director de la Oficina Antifraude en su despacho del Ministerio, conocida en 2016, y la grabada por el comisario Villarejo, desvelada el pasado miércoles, tienen en común con la imputación de Mariano Rajoy en Andorra el desinterés que suscitan en la mayoría de la clase política y los medios de comunicación, pese a las evidencias de la última guerra sucia del Estado que suponen.
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