El jefe del Kremlin no es de fiar, pero si resulta que va en serio, Kiev no debería dejar pasar la oportunidad de acabar con el derramamiento de sangre. Las advertencias son muchas: un armisticio dejaría a Vladimir Putin en control de una quinta parte del territorio ucraniano. No es digno de confianza; podría utilizar unas negociaciones prolongadas para reforzar sus fuerzas de cara a una nueva ofensiva, o para inducir a los legisladores occidentales a recortar la ayuda a Ucrania; puede estar dando largas con la esperanza de Donald Trump
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